Como no se me ocurre qué decir al respecto, reproduzco el original de Bloc de Periodista, site que recomiendo. Dice Darío Gallo:
Un día después de las elecciones, se publicó el video de Al Yasira donde Teresa Bo mostraba cómo se compran votos en Villa Soldati a fifty pesos. El video fue removido. Tal vez explicaba demasiado bien por qué el oficialismo no gana en grandes centros urbanos, salvo en los barrios donde las necesidades son más grandes. El oficialismo ganó en Villa Soldati. Alberto Fernández, jefe de Gabinete de Kirchner, dice que «los porteños votan como si fueran una isla». En realidad, Fernández no puede comprar al ciudadano de las grandes ciudades porque pueden resistirse a 50, 100 y hasta 1000 pesos cuando le quieren comprar el voto. Daniel Malnatti mostró en Telenoche que en el Chaco el candidato oficial compraba los votos a diez pesos.
En el video de Al Yasira que censuraron se explicaba con rostros y datos la corrupción política. Por eso hubo tantos lamentos cuando desapareció el documento. Pero como la fuerza de internet es imparable alguien había bajado el video, lo dobló al español y lo volvió a subir. Acá está. Reproducilo en tu blog, y si lo vuelven a quitar ya hay varias copias guardadas en distintos alojamientos.
Increible… creo que tus palabras son muy acertadas y explican bastante el tema de las «islas».
saludos
Este Pais da para todo, no?
Alegria Fuerza y sigamos Luchando
No Estamos Solos.
Fuerza Ciudadano !!!!!
A mí me impactó el hecho de que es una histoira que todos conocemos y un hábito muy incorporado para la dirigencia. Sabemos que pasa y nos repugna, pero siento que hemos perdido la costumbre de denunciarlo. Esto es lisa y llanamente fraude, pero esa palabra, «fraude», se ha convertido en un prejuicio de populistas «anti-oligarcas» o alguna estupidez por el estilo, entonces, si los que hacen fraude son gente como Quindimil, bueno, está bien, son los muchachos.
Desquiciante.
Que poco que vale la dignidad de la gente, no?
Cuando el terreno ha cambiado, lo mejor es jugar con las reglas nuevas, y una de estas parece ser la compra de votos. Como no se puede concientizar a la gente de que no venda su dignidad, al menos habría que meterle en la cabeza que vale más de 20 pesos. Si quieren venderla por 2.000, bueno, es menos malo, y con el mismo presupuesto comprarían 100 veces menos votos, dejando que el 90% que no fue comprado pueda votar libremente.
Sí, ahora todos los pesimista me dirán que robarán 100 veces mas para seguir comprando los votos, pero a mayor demanda, mayor es el precio, y va a llegar un momento en que no van a poder robar lo suficiente.
FZeroX:
Lamentablemente, la gente que vende su voto, vendió su dignidad, pero antes de eso, mendiga lo que venga, pues la cultura del trabajo no fue inculcada por ningún antepasado reciente ni por el medio social más cercano.
Por lo tanto, la única manera de sacarlos de ese pozo cultural, indigno y decadente es seduciéndolos con la posibilidad de ser mejor persona y acceder a lo que nadie les va a dar ni por un voto que es la dignidad del trabajo. El sentirse libre.
Esto no es utopía, es lo que sentimos cuando cobramos nuestro primer sueldo.
Abrazo.
La única posibilidad para el cambio es creando conciencia.
OliverX, estoy de acuerdo con vos, pero ese es un plan a muy largo plazo, dos o tres generaciones necesitan educarse para no caer en los vicios de tres o cuatro generaciones pasadas de populismo estatista.
El problema es que hoy la Cancha cambió, es como el Monumental, el terreno está horrible, y ahí tenemos que jugar, con las reglas de esta gente hasta que el terreno esté limpio. El dueño de la pelota pone las reglas, y hay que ganarle en su juego, para después imponer las reglas limpias, sin trampas, o «limpiar el terreno».
Pero hasta ese momento, en que logremos dejar la cancha limpia para crear conciencia, habrá que hacer lo que se pueda con lo que hay.
Saludos.
Como bien dijo Ghandi, y tiene que ver con eso de luchar, no con las mismas armas que el enemigo sino con la inteligencia, «No hay camino a la paz, la paz es el camino».
No es utopía.