Hacía bastante que no se hablaba de inseguridad, y de golpe es el tema del día, se discute sobre eso, se arman paneles, que la edad de imputabilidad de los menores, etc., y nadie se acuerda que mientras eso distrae, por atrás roban aerolíneas, se roban las jubilaciones y ahora tratan de robarse las cataratas del Iguazú.
Nunca hubo menos inseguridad, la inseguridad solamente crece en una sociedad donde la culpa tiende a tenerla aquel que es víctima del hecho; solamente falta que digan que la víctima provoca al victimario por tener un celular, un auto o una casa, como esos brillantes abogados que defienden violadores diciendo que infantes de 4, 6 u 8 años los provocaron o seducieron.
Hace un rato decían que la inseguridad era una sensación, ahora es un hecho, pero solamente se reconoce como tal cuando es necesario horrorizar a la gente para que no se percate de otros horrores peores; que un delincuente atente contra la vida es grave, pero que un gobierno atente contra los derechos y las libertades es peor, porque del delincuente todavía hay algunas formas de resguardarse, como lo discutíamos hace un tiempo.
Si algo enseñó este gobierno es que lo que está en las tapas de los diarios nunca es lo más importante que está pasando, porque solamente es una cubierta de humo para que el grueso de la población no piense.
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