Quien haya leído Freud sabe que el viejito padre del Psicoanálisis postuló en uno de sus tantos escritos que el hombre, en pos de alcanzar seguridad, es que decide renunciar a parte de su libertad, sometiéndose a las leyes del grupo (al que podemos decirle Estado).
Algo menos conocido que este texto, es la personalidad del señor de los habanos, ya que no solamente odiaba y corría a los detractores, sino que gran parte de su teoría la usa para explicar porqué es la única que sirve, y, en pocas palabras, porque todos menos él son estúpidos. Freud no era un tipo sencillo, era un cabrón que llegó a crear algo muy parecido a una secta “El Círculo de Viena”, donde se discutían las cosas que él y sólo él aceptaban, cualquier diferencia con él, se consideraba un ataque y rápidamente corría del lugar al detractor; así es como hombres como Adler, Jung, Ferencsi u otros psicoanalistas entusiastas de los primeros días se vieron obligados a abandonar el barco.
La Argentina, junto con Francia, es famosa por ser uno de los países donde el psicoanálisis más vigencia aún tiene, incluso cuando psicofármacos o terapias eficientes y rápidas lo desterraron del primer mundo, primer mundo científico también, como es el caso de Inglaterra o Estados Unidos, donde los libros de Freud y sus seguidores juntan polvo en los anaqueles de filosofía francesa.
Como vemos, en su predilección por esta ciencia casi moribunda, la Argentina se perpetúa en la idea de que el Estado poderoso es necesario para reducir la angustia de los ciudadanos, y conociendo esta debilidad, es que sus gobernantes se aprovechan de la manía interpretadora de sueños y realidades (nadie como el gobierno para saber mejor que nosotros qué nos pasa y qué necesitamos).
Ahora, alguien dirá que porqué Francia, donde el Psicoanálisis es tan fuerte no es un reducto tercermundista como la Argentina, o porqué Inglaterra, madre de la escuela inglesa del Psicoanálisis, no navega en un mar populista, y la respuesta, además de en los herederos de Freud, puede estar en los vecinos. Inglaterra y Francia son parte de la Unión Europea, Mercado libre en serio, donde a pesar de algunas diferencias, a veces bastante grandes como Irak o la Constitución Común, todos intentan tirar para el mismo lado, que es hacia delante.
Argentina está perdida al lado de Bolivia, estatismo populista en su más patético estado; Chile, ejemplo de modernización, pero por caprichos medio estúpidos jamás se verá a Chile como un modelo; Uruguay, también más competitivo que nosotros, pero que por culpa de un par de piqueteros medio pelotudos ha prácticamente cortado las relaciones con nosotros; Brasil, que ha madurado, mira hacia otro lado, y sabe que pasar mucho tiempo con Argentina es malo, y finalmente, el amigo de todos, Venezuela, que no se cansa de exportar la revolución estatizante anti individuo patrocinada por Cuba, y que tanto gusta a aquellos que no quieren hacerse cargo de sus vidas, y que quieren que el estado les diga para dónde mirar y a quién venerar.
Como sabemos, son muchas las razones por las que la Argentina está enquistada en este estado setentista anti-noventista imposibilitado de avanzar debido a su estancamiento en el pasado, y este ha sido un muy acotado análisis desde otra perspectiva; los psicólogos de casi todas las universidades salen formados en esta línea, y además aprenden a despreciar el pensamiento ajeno, al mejor estilo ERP/Montoneros que intentaban crear un sistema anti democrático totalitario marxista, los psicoanalistas intentan justificar el estatismo grosero.
No es mi intención atacar al psicoanálisis como teoría, pero sí es mi intención atacar a los psicoanalistas que revisten de teoría de la personalidad su ideología anti mundo libre, que necesita de un padre todo poderoso, y creo que es necesario aclarar esto.
No sea estúpido, elija bien su terapia, una que lo haga dueño de su vida, no una que haga a su analista dueño de ella y su bolsillo.
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