Más de uno va a enojarse y espero que pase, si se enojan están vivos y eso es lo que menos han demostrado.
Para empezar, reconozcámoslo, los liberales somos diez locos en el país. La gente que se opone al estatismo en todas sus versiones es escasa.
Como si eso no fuera suficiente, estamos peleados entre nosotros, que si sos ancap, o clásico, o minarquista o púrpura con pintitas amarillas.
¿A qué lleva eso?
A que en vez de ser diez locos, sean tres grupos de tres locos. Si esos tres grupos no pueden acordar en cuestiones básicas para formar un grupo de diez un poco más fuerte, están jodidos, además de demostrar a todo futuro votante un fanatismo digno de hordas.
No hace falta ser comunista para ser fanático, hay liberales fanáticos, radicales fanáticos, peronistas fanáticos… y la cualidad común de todo fanático es una incapacidad absoluta para razonar, el fanatismo lo nubla.
Así que o nos ponemos de acuerdo en tres cosas bien básicas y nos matamos en privado por las mil diferencias, o nos seguimos matando en público mientras los estatistas nos siguen esquilmando.
Para acordar hay que ceder, es cierto, pero ceder no es sinónimo de debilidad, la debilidad está en el fanatismo por más que muchos crean otra cosa. Hay cuestiones que no se negocian, eso está claro, pero teniendo eso en claro se puede discutir todo el resto. Es preferible ceder un poco a perder todo.
Además, está claro que para ser liberal, socialista, o incluso comunista hay que leer un poco, hay que tener una base teórica sobre lo que se defiende. El que se pone solamente un rótulo, sea el que sea, para levantarse una minita (o un vaguito) o para ver si le da algo de sentido a su existencia, no sirve. Para defender las ideas hay que estar convencido de la validez de ellas.
Está mezclado, a lo mejor no es tan claro como lo tengo en la cabeza, pero es lo que pienso que necesitan los liberales nacionales.
¿Lo mejor de todo esto?, que la decisión es solamente nuestra.